miércoles, 13 de abril de 2011

Viaje al País de la Isla Redonda o Isla Fujitsu

Uno de los principales atractivos para los que se aventuran a conocer el punto más meridional del mundo es visitar el espectacular Parque Nacional de Tierra del Fuego . A sólo  12 km de la ciudad de Ushuaia encontramos la entrada a este parque (13 € entrada para extranjeros - 1 € entrada por estudiante nacional) donde te proporcionan un mapa para poder realizar las distintas rutas: para todos los niveles, bolsillos y ganas.


Una vez pagada la entrada, la misma furgoneta que te lleva hasta el Parque (único transporte público, 14 € ida y vuelta) te ofrece la posibilidad de dejarte en diferentes puntos. Nosotros optamos por conocer una parte diferente, particular, y nunca mejor dicho un país aparte: el País de la Isla Redonda. Por eso bajamos al Puerto Guaraní donde se encuentra la penúltima casa postal del planeta. Allí es donde conocimos a Carlos Delorenzo , el último cartero y el Primer Ministro de la isla.


Desde allí Fernando y Luciano, hijos de Carlos, nos llevaron en barca hasta esta isla situada en medio del Canal Beagle (trayecto en barca 26 € / persona). Una isla donde sólo habita la familia Delorenzo y la Jefatura (policía del mar).

Aunque el trayecto hasta la isla es cortito (unos 10 minutos), es conveniente abrigarse, y mucho, ya que incluso en verano hace frío. Los dos guías no tienen la lengua demasiado larga pero si se la estiras puedes sacar bastantes detalles de cómo es la vida en el "culito" del mundo.Fernando es el grande (37 años), el timonel y el que tira del carro. Luciano es el pequeño (30 años), un poco vago y rebelde, pero más parlanxín que Fernando. Una vez desembarcas ya te empapas de una tranquilidad propia de un lugar único en el mundo. 

Sus principales características ? La paz, la soledad y el silencio que conforman una sensación que te relaja de arriba a abajo (podríamos decir que es como una sesión integral conjunta de yoga, taichi y fujitsu a la vez ... o eso era otra cosa? Bueno es igual, que te relaja muchísimo. 


En la isla, los Delorenzo ("Sin la Ayuda de nadie!!!") han construido un pequeño restaurante, una pequeña habitación donde se puede pasar la noche, e incluso una capilla para los devotos de la patrona del mar Stella Maris (donde incluso te puedes casar, alguien ya lo ha hecho...). Si uno quiere, puede adquirir un paquete donde se puede dormir, comer (3 comidas) y desplazarse a la isla por el módico precio de 60 euros. Y no penséis que es cualquier cosa: el menú inc luye un asado o centolla (marisco), a parte de una sopa o pasta y bebida y postre ... os quedaréis con hambre? Eso si, hay que reservar con antelación. También debemos decir que nosotros no tuvimos el gusto de probarlo. Ushuaia, así como toda la Patagonia es una zona especialmente cara ... y los ahorros ya empiezan a escasear, así que tiramos de bocadillos, cervecita, y mate (... es lo que hay).


Con la barriga llena ya estábamos preparados para conocer la isla . Hay diferentes rutas para hacer, todas de diferente grado y para todos los públicos. Nosotros empezamos con el mirador donde hay una vista espectacular del canal Beagle y la isla. A continuación pasamos por la prefectura donde viven tres trabajadores durante un mes seguido (hacen turnos de un mes). Y finalmente acabamos con la ruta del "aire puro" que nos llevó hasta un punto elevado de la isla desde donde se podían disipar las islas chilenas del otro lado del canal y, donde por cierto, pasa una vientecillo que casi nos tumba.

 

Mientras paseábamos por los bosques de "lenga" (típico árbol de los bosques de la Patagonia) nos llamaron la atención unas bolitas de color amarillento tirando hacia naranja que colgaban de los troncos de las "lengas". Estaba lleno! Más tarde descubrimos que eran unos hongos comestibles llamados "Pan de Indio" , poco valorados actualmente por su poco sabor, pero en su época fue el principal alimento de los indios yaganes.



Ya de vuelta un paseo congelado en barca hasta el puerto de Bahía Lapataia, despedida de los hermanos Delorenzo, pequeño refrigerio y, la verdad ... ya no tuvimos fuerza de visitar el parque. Llega un momento que estás hasta las narices de bosques y parques naturales, así que (a pesar de perder los tickets del autobús) emprendimos el regreso a casa!

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