El personaje

Carlos Delorenzo, Primer Ministro de Isla Redonda

Tierra del Fuego, Argentina


Había una vez en una tierra muy, muy lejana, un hombre que aburrido en su poltrona se autoproclamó dueño y señor de la isla más alejada del centro de la tierra: la remota y bien llamada Isla Redonda. En la isla acudían aventureros y viajeros de todos los lugares del nuevo mundo. Sin embargo, la isla no perdía un ápice de su esencia: la tranquilidad. Nieto de un catalán y de una vasca, el Primer Ministro de la isla, Carlos Delorenzo, con su bigote abultado y barba estridente regentaba su isla desde el centro del muelle, donde también despachaba la penúltima oficina postal del mundo. 


"Mi padre me enseñó dos cosas: los tres palos de la fragata (trinquete, mayor y mesana) y que hay tres seres que habitan la tierra: los vivos, los muertos y los navegantes", explicaba sabiamente el Primer Ministro."Yo soy de los navegantes. No nos importa en absoluto lo que hacen los de la tierra que son los que la destruyen "añadía el Premier, padre de 3 hijos.
Delorenzo, que tenía "62 años de viejo y 7 de recién nacido", debido al tumor cerebral que le diagnosticaron en el año 2003 dc, se consideraba seguidor de los preceptos de los Incas, los que equivalían a ser solidario, trabajador y no robar. "Cuando los católicos, apostólicos y romanos llegaron a estas tierras lo mataron, porque seguramente se pensaron que eran comunistas", narraba Delorenzo, orgulloso de su doctrina andina.
Aparte de ostentar el poderoso y prestigioso título de Primer Ministro de la Isla Redonda, Carlos Delorenzo también era argentino, que para él sólo significaba haber nacido "en esta hermosa tierra" (Argentina, una tierra muy lejana, al sur del continente americano). Aparte, otra de las identidades de Delorenzo era el sentimiento sudamericano. "En América del Sur todo es posible", espeta el dueño de la isla. Mientras vociferaba estas palabras, unos coetáneos le contestaban: "Ser argentino no quiere decir nada, nosotros descendemos de los europeos. La cultura es europea! ". Delorenzo, contrariado, disentía: "La cultura viene de América. Somos americanos. A mí me hace mucha gracia cuando los yankees me preguntan si acepto american money . Y yo les pregunto si aceptan bolivianos, venezolanos o colombianos? ¡Todo es moneda americana! Vivimos en un espacio geográfico que es el mayor espacio del mundo donde se habla el mismo idioma, y a muchos les molesta que nos lleguemos a entender ", se enorgullecía el Premier.
En aquella época en el gran Imperio del norte mandaba un tal Obama. "El Bush negro nos define como latinos, como hispanos y yo le digo: ¡aquí en el sur hablamos castellano! Yo me siento más Indo-americano, que son nuestras culturas sumergidas y exterminadas por la cultura europea, y que todavía lo estamos pagando ", criticaba el dirigente isleño. A pesar de su discurso un poco resentido, el jefe de la Isla era muy perseverante con su lucha por hacer un mundo mejor."Soy un poco radical pero hay muertes higiénicas y pensamientos que deberían morir con sus muertes para ser libres. Hablo de muertes políticas, muertes de inequidad, muertes de hambre. Tenemos que acabar con todos estos males ", se quejaba Delorenzo.
"En la Patagonia te recibimos en la cocina y no en el comedor". Con estas palabras Delorenzo describía la hospitalidad de los habitantes del sur del continente americano. No en vano, la densidad de población no llegaba en esa zona y en aquella época a un habitante por kilómetro cuadrado. "El concepto patagónico es muy socializante, el frío te iguala y cuando alguien llega a tu casa le abres la puerta y le preguntas: ¿ché, qué te hace falta ? ", argumentaba con la mirada altiva Delorenzo. 

Por último el Primer Ministro de la Isla Redonda siempre decía que si fuera presidente del país vecino (Argentina) lo primero que haría sería legislar el Decreto de la Solidaridad. "No puede ser que en un país donde pones una semilla y sale una planta haya niños que pasen hambre!", Anunciaba todo enfurecido. Y es que aparte de ser islaredondino, argentino, inca, andino, americano y patagónico, Delorenzo pregonaba a los cuatro vientos bien alto y claro: "¡¡¡Soy sudaca, y qué bonito es!!!".