viernes, 3 de junio de 2011

Las entrañas de la mina de Potosí

Los españoles fundaron Potosí en 1545 a raíz del descubrimiento de plata en la mina de Cerro Rico, a 5200 metros de altura. Gracias a la plata, a finales del siglo XVIII, Potosí se convirtió en la ciudad más grande, rica y próspera de toda América Latina. Millones de indígenas y esclavos traídos de África fueron reclutados para explotar las minas en condiciones infrahumanas que provocaron millones de muertos.

En pleno siglo XXI las condiciones de estos trabajadores no han mejorado mucho. Trabajan hasta doce horas por un sueldo máximo de 10 € al día, con una esperanza de vida que no supera los 55 años. Como ellos mismos nos cuentan, sus alternativas laborales para ganar un sueldo mínimamente decente son casi nulas.

Nosotros hemos tenido la oportunidad de conocerlo de primera mano y os queremos hacer llegar parte de nuestra experiencia.

viernes, 20 de mayo de 2011

El salar más grande del mundo ¡El Salar de Uyuni!

Finalmente pisaremos Bolivia después de un intenso viaje de 12 horas en autobús aderezado con frío, polvo y una parada obligatoria, debido al octavo problema mecánico del ómnibus. Uyuni , una población de 20.000 habitantes nos esperaba a 3669 metros de altura, con más frío, viento y lluvia. Un acogedor hostal nos cobija de las inclemencias del tiempo por 70 bolivianos la habitación (7 €).


Bolivia tiene una población de casi 10 millones de habitantes y una extensión de casi 1.100.000 km cuadrados (como España y Francia juntas). La capital de facto es La Paz, pero Sucre la administra constitucionalmente. Como idiomas oficiales está el español, el quechua, el aimara y el guaraní, y más del 60% de su población es indígena. Bolivia es el país más elevado, aislado y escarpado de América del Sur y es de los más fríos, calurosos y ventosos del planeta, lo que lo convierte en uno de los más inhóspitos y a la vez apasionantes del mundo. A pesar de ser el país latinoamericano más rico en recursos naturales, es el más pobre de todo Sudamérica con una renta per cápita en torno a los 1000 dólares anuales.

En 1970 Eduardo Galeano en una crónica llamada Toda Bolivia en un Vagón , describía así el país altiplánico: "Las Vías están anegadas. Es época de Lluvias (de noviembre a marzo) y de las montañas se ha desprendido una mazamorra de barro y piedras que obstruye el paso durante varios kilómetros. Las vías están anegadas: no se sabe por cuanto tiempo nos quedaremos aquí, clavados en medio de la cordillera desierta. <<¿Un día?>> <<¿Quince días?>> . No cabe una aguja en el vagón de segunda, repleto de contrabandistas y de contrabando, de mujeres indígenas de rostros minerales con sus niños a la espalda, niños de todos los tamaños, gallinas, ovejas a medio desollar, bultos de mercaderías que forman sólidas fortalezas inexpugnables todo a lo largo del pasillo.”

Estamos a principios de 2011 y el país no ha cambiado mucho. Todo en Bolivia es una aventura, tanto para las cosas buenas como para las malas. Los tres días que pasamos en el Salar de Uyuni son una buena prueba de ello. Los touroperadores te destacan en detalle lo que harás durante los tres días y dos noches que dura la expedición al salar más grande del mundo (12.000 km cuadrados). Sales a las 10 de la mañana (hora arriba, hora abajo) con un jeep todo terreno que a los 10 minutos ya se le ha parado el motor. No hay problema, el guía, Sebastian, además de conductor, era mecánico, cocinero, camarero y un largo etcétera, tan largo como los tres días que pasamos en el tan soñado Salar de Uyuni.


Lo primero que visitamos fue un cementerio de trenes donde se agolpaban más turistas que trenes. A continuación cuando apenas iniciábamos la excursión hacia el Salar, un control policial nos hace retroceder hasta Uyuni para buscar una lista con todos los componentes de la excursión (y uno piensa: no hubiera sido mejor llevarla de un buen principio? Lo dicho ... una aventura). Después de parar en algún pueblo para comprar cuatro artesanías y ver algún museo, finalmente llegamos al Salar. La espera había valido la pena. Kilómetros y kilómetros de planicies blancas se esparcían a nuestro alrededor, bajo un sol de justicia, la inmensidad estaba pintada de blanco.


La siguiente parada fue en la Isla del pescado o Isla Incahuasi. Era como un espejismo en medio del desierto blanco. La isla estaba formada por rocas, coral, cáctus centenarios y una espectacular vista de todo el Salar. Una aguja en un pajar, un aliento de esperanza en la desesperanza blanca. A partir de entonces el blanco continuó siendo el compañero protagonista de la excursión hasta llegar allí donde teníamos que pasar la noche, y donde comenzó otra aventura boliviana.

La agencia de viajes en la que habíamos contratado la excursión nos había prometido que dormiríamos en un hotel de sal¿Cuál fue nuestra sorpresa cuando de repente el lugar donde supuestamente teníamos que pasar la noche ya estaba ocupado. He aquí que nadie nos había dicho que lo primero que llegaba se quedaba. Un pequeño detalle que no les había contado es que todos los viajes al Salar son organizados y hay como 40 agencias diferentes, es decir que es como una caravana de 4x4 en busca del mejor lugar. Continuamos conduciendo durante una hora y media hasta que encontramos un hotel con suficientes plazas por los 18 expedicionarios, pero el hotel no era de sal como se había prometido.



En este punto el grupo se dividió entre los de buen conformar, partidarios de quedarse con el hotel que después de mucha investigación habíamos encontrado, y los que clamaron al cielo y montaron un "cristo" para que Bolivia dejara de ser Bolivia, y los bolivianos dejaran de ser bolivianos. Finalmente los que clamaron al cielo consiguieron que esa noche la sal formara parte de nuestros sueños y tuvimos el abrir y cerrar de ojos más salado que nunca habíamos imaginado.

Al día siguiente a las cinco nos despertábamos. De hecho los tres días transcurrieron a toque de tambor: parada de cinco minutos al lugar turístico de turno, cuatro fotografías, tres resoplidos, dos miradas y un grito de: VAMOS, VAMOS! Eso si, parando en las imponentes lagunas altiplánicas que se abrían a más de 4000 metros de altura, acogiendo a la más diversa fauna y flora del desierto.


Después de un día de calor sofocante, viento polvoriento y paisajes exuberante llegamos los primeros en nuestro refugio. La altura hacía de las suyas y conjuntamente con el cansancio acumulado durante las horas extremas del viaje provocaron un efecto somnífero importante. No obstante y tras una buena cena de carne de llama y un vinito aceptable, el cansancio ganó al mal de altura.

Aún con legañas en los ojos y la cabeza como un Bombo llegábamos al punto más alto de nuestro trayecto a 4950 metros de altura: los Geysers Sol de Mañana . Allí, aún de madrugada, unos pozos profundos de barro y fumarolas sulforosas hacían las delicias de los pocos valientes que se atrevían a desafiar el frío y el sueño propias de aquella hora de la mañana. A continuación un relajante y reconfortante bañito en las Termas naturales de Polcas de la que emanaba una agua calentita a 36 ºC, que con el contraste de los 5 ºC de temperatura ambiente, cantaban los ángeles.



Laguna verde y Volcán Licancabur fueron las dos últimas estampas de un viaje largo, duro y caótico, pero al mismo tiempo intenso, aventurero y fascinante. Hasta el punto que lo podríamos recomendar al más aventurero de nuestros amigos, pero no al más acomodado. Una vez vistas estas dos últimas bellezas todavía nos quedaban 7 horas de polvo, música pop-peruana a lo Wendy y nuestras tres almas catalanas (Andrés de Olot fue un excelente compañero de viaje) tenían unas terribles ganas de poner punto y final a esta Gran Aventura.





viernes, 29 de abril de 2011

De la Patagonia al desierto más árido del mundo

Nos costó bastante dejar la Patagonia... de Puerto Natales nos fuimos a El Calafate a visitar el espectacular e impresionante Glaciar Perito Moreno. Uno de los únicos glaciares en el mundo que sigue avanzando. Mide entre 40 y 60 metros de altura, tiene una longitud de unos 30 kilómetros desde el nacimiento hasta el Lago Argentino (su final), y una superficie de 257 km2 (para que os hagáis una idea, similar al tamaño de Buenos Aires). Su color azulado te cautiva y las mil y una formas inimaginables del hielo te hacen volar la imaginación, todo ello combinado con el color turquesa del agua del lago te transportan a un lugar mágico, de cuento.


Muchos kilómetros eran los que separaban El Calafate de nuestro próximo destino: La Calera, a una hora al norte de Santiago de Chile. En este pequeño pueblo chileno hicimos una parada familiar para asimilar todo lo visto en la punta del cono sur y recobrar fuerzas para avanzar en nuestro periplo.  


Próximo destino: Antofagasta, una localidad costera a 18 horas en autobús de Santiago. Sólo permanecimos unas horas en esta atractiva ciudad del norte de Chile, que exporta la mayor parte del cobre y otros minerales de Atacama, y que es un importante núcleo para el comercio con Bolivia, quien perdió esta región en la Guerra del Pacífico (1879-1883) .

Ahora nuestra brújula nos dirigió hacia San Pedro de Atacama. San Pedro destaca por ser un pueblo muy turístico pero que mantiene su esencia de lugar único. La calle Caracoles es el eje vertebral del pueblo. Perpendicularmente se le van uniendo callejuelas de tierra llenas de restaurantes, agencias de turismo y hostales que con su estética te transportan, casi, a un western norteamericano. 



En el Camping Los Perales, en pleno centro del pueblo, armamos nuestra carpa donde pasamos dos frescas noches (nada que ver con Las Torres del Paine). El primer día aprovechamos para visitar la Laguna Céjar, Los Ojos del Salar y el Salar de Atacama. Aunque no son las excursiones "estrella" de Atacama, flotar en una laguna salada  donde hay un 3% menos de sal que en el Mar Muerto, disfrutar de otro baño en los Ojos del Salar (dos grandes pozos naturales en el desierto, donde te puedes sacar las toneladas de sal que transportas de la laguna Céjar), y sobre todo disfrutar de la espectacular puesta de sol en el Salar de Atacama con una copa de pisco sour en la mano no tiene desperdicio. 


Para poder visitar una de las joyas del Desierto de Atacama, los géiseres de El Tatio, se tiene que madrugar y mucho! Cuando San Pedro aun se encontraba durmiendo empezamos la ascensión en un mini-autobús un poquito viejo que trajo sus problemas. Subimos de los 2.440 metros de altura a los 4.300 que es donde se encuentran los géisers, lo que implica una dosis importante de agua, paciencia y dolor de cabeza.


Los géiseres de El Tatio es el campo geotérmico más alto del mundo . Los circuitos salen tan pronto porque entre las seis y las siete de la mañana es cuando los géisers (fumarolas de agua y aire) están en plena efervescencia. Después de pasearte por esas curiosas expresiones geotérmicas uno no se puede perder la recompensa del madrugón: bañarse en las termas contiguas a El Tatio. Un contraste interesante: 5 º C positivos de temperatura ambiente y 35 º C de temperatura del agua... con un vista lunar!

  

Después de tener que empujar el bus a 30º C al sol y a 4.000 metros de altura visitamos Machuca, que aparte de ser una muy buena película sobre la dictadura chilena, es un poblado indígena para turistas en esencia: carne de llama , una calle con cuatro casas típicas y cuatro indígenas que te piden dinero para cualquier foto. Ah, y una curiosa historia que presuntamente aportaba dosis de fortuna a sus protagonistas. Para fin de año los pocos habitantes del pueblo, después de la fiesta y el trago, se dedican a tirar huevos a las campanas de la iglesia. Naturalmente pocos son (después de la borrachera) los que afinan a tocarlas y La Iglesia se levanta embadurnada de huevos.


Despedimos San Pedro de Atacama con buen sabor de boca y empezamos a trazar la nueva ruta que nos llevaría a la ansiada Bolivia. El destino sin embargo, hizo que tuviéramos que hacer escala en Calama, famosa por ser el dormitorio de los mineros de Chuquicamata, una de las minas a cielo abierto más grandes del mundo y que convierte a Chile en el primer exportador mundial de cobre.

jueves, 21 de abril de 2011

Torres del Paine

Después de unas cuantas horas en autobús y de volver a cruzar el estrecho de Magallanes nos encontramos en uno de los países de Sudamérica que nos recuerdan más a nuestra tierra: Chile. Sólo llegar iniciamos los preparativos para visitar el magnífico, espectacular y carísimo Parque Nacional de las Torres del Paine (25 € entrada, sólo descuento para chilenos, primera clavada). Uno de los preparativos (seguramente el más importante) era descansar antes de empezar aquella que nos parecía una intensa excursión. Así que paramos a hacer noche al encantador pueblo de Puerto Natales.


Puerto Natales es una ciudad costera de 18.000 habitantes desde donde se vehiculan todas las expediciones si viajas al Parque, lo que implica que está preparadísimas para el turismo. Todo tipo de hoteles, hostales y residenciales equipan la ciudad, además de todo un abanico de restaurantes para todos los gustos y presupuestos, que hacen de este lugar el sitio ideal para iniciar la excursión a las Torres del Paine.

Desde Puerto Natales al Parque hay 112 km, unas dos horas en autobús (25 € ida y vuelta, segunda). Se tiene que decir que el parque es chulísimo, muy bonito, pero todo es caro como el fuego. Si lo quieres visitar más o menos bien, necesitas al menos cuatro días. Tercera clavada: el alojamiento dentro del parque. Los refugios, donde compartes habitación con ocho personas y en los que tienes que llevar tu propio saco de dormir, te cuestan 40 € / persona y noche! Nosotros optamos por la opción acampada, lo que implica cargar con unas mochilas pesadísimos y pasar un frío que te hacen castañetear los dientes a media noche! Unas buenas esterillas, un buen saco y una buena compañía solventan el problema ;)


Aunque necesitas unos cuatro días para visitar el Parque, nosotros lo hicimos en dos (el tiempo para llegar al caribe apretaba). Escogimos hacer la ruta que te lleva hasta el Mirador Las Torres . Hicimos el primer tramo desde la Laguna Amarga hasta el Refugio Chileno con las mochilas (dos horas de intensa subida). En el Refugio Chileno plantamos nuestra "casa" donde nos cobraron 6 € / persona. El hecho de acampar te da derecho a usar los baños y una ducha, también te permite utilizar los "termos" de agua caliente que nos salvarían del frío y del hambre, ya que nos habían dicho que podríamos disponer de cocina, lo que no se confirmó. De esta manera pudimos comer sopas precocinadas, puré de patates en sobre, etc. Sobrevivimos los dos días a base de víveres que iluminadament habíamos comprado en Puerto Natales, si no se hubiera consumado la cuarta clavada.


Después de una noche fría nos esperaban dos horas más de subida y tres y media de bajada ... pero cuando decimos subida es SUBIDA! A pesar del esfuerzo y los resoplidos para llegar arriba, desde el mirador, elevándose casi 2.000 metros sobre la estepa patagónica, se pueden ver -si es que el tiempo lo permite, no como a nosotros- las espectaculares Torres del Paine. Tres pilares de granito que conjuntamente con un lago de color verde claro, envuelven un paisaje único del que dicen que es el mejor parque nacional de América del Sur .

miércoles, 13 de abril de 2011

Viaje al País de la Isla Redonda o Isla Fujitsu

Uno de los principales atractivos para los que se aventuran a conocer el punto más meridional del mundo es visitar el espectacular Parque Nacional de Tierra del Fuego . A sólo  12 km de la ciudad de Ushuaia encontramos la entrada a este parque (13 € entrada para extranjeros - 1 € entrada por estudiante nacional) donde te proporcionan un mapa para poder realizar las distintas rutas: para todos los niveles, bolsillos y ganas.


Una vez pagada la entrada, la misma furgoneta que te lleva hasta el Parque (único transporte público, 14 € ida y vuelta) te ofrece la posibilidad de dejarte en diferentes puntos. Nosotros optamos por conocer una parte diferente, particular, y nunca mejor dicho un país aparte: el País de la Isla Redonda. Por eso bajamos al Puerto Guaraní donde se encuentra la penúltima casa postal del planeta. Allí es donde conocimos a Carlos Delorenzo , el último cartero y el Primer Ministro de la isla.


Desde allí Fernando y Luciano, hijos de Carlos, nos llevaron en barca hasta esta isla situada en medio del Canal Beagle (trayecto en barca 26 € / persona). Una isla donde sólo habita la familia Delorenzo y la Jefatura (policía del mar).

Aunque el trayecto hasta la isla es cortito (unos 10 minutos), es conveniente abrigarse, y mucho, ya que incluso en verano hace frío. Los dos guías no tienen la lengua demasiado larga pero si se la estiras puedes sacar bastantes detalles de cómo es la vida en el "culito" del mundo.Fernando es el grande (37 años), el timonel y el que tira del carro. Luciano es el pequeño (30 años), un poco vago y rebelde, pero más parlanxín que Fernando. Una vez desembarcas ya te empapas de una tranquilidad propia de un lugar único en el mundo. 

Sus principales características ? La paz, la soledad y el silencio que conforman una sensación que te relaja de arriba a abajo (podríamos decir que es como una sesión integral conjunta de yoga, taichi y fujitsu a la vez ... o eso era otra cosa? Bueno es igual, que te relaja muchísimo. 


En la isla, los Delorenzo ("Sin la Ayuda de nadie!!!") han construido un pequeño restaurante, una pequeña habitación donde se puede pasar la noche, e incluso una capilla para los devotos de la patrona del mar Stella Maris (donde incluso te puedes casar, alguien ya lo ha hecho...). Si uno quiere, puede adquirir un paquete donde se puede dormir, comer (3 comidas) y desplazarse a la isla por el módico precio de 60 euros. Y no penséis que es cualquier cosa: el menú inc luye un asado o centolla (marisco), a parte de una sopa o pasta y bebida y postre ... os quedaréis con hambre? Eso si, hay que reservar con antelación. También debemos decir que nosotros no tuvimos el gusto de probarlo. Ushuaia, así como toda la Patagonia es una zona especialmente cara ... y los ahorros ya empiezan a escasear, así que tiramos de bocadillos, cervecita, y mate (... es lo que hay).


Con la barriga llena ya estábamos preparados para conocer la isla . Hay diferentes rutas para hacer, todas de diferente grado y para todos los públicos. Nosotros empezamos con el mirador donde hay una vista espectacular del canal Beagle y la isla. A continuación pasamos por la prefectura donde viven tres trabajadores durante un mes seguido (hacen turnos de un mes). Y finalmente acabamos con la ruta del "aire puro" que nos llevó hasta un punto elevado de la isla desde donde se podían disipar las islas chilenas del otro lado del canal y, donde por cierto, pasa una vientecillo que casi nos tumba.

 

Mientras paseábamos por los bosques de "lenga" (típico árbol de los bosques de la Patagonia) nos llamaron la atención unas bolitas de color amarillento tirando hacia naranja que colgaban de los troncos de las "lengas". Estaba lleno! Más tarde descubrimos que eran unos hongos comestibles llamados "Pan de Indio" , poco valorados actualmente por su poco sabor, pero en su época fue el principal alimento de los indios yaganes.



Ya de vuelta un paseo congelado en barca hasta el puerto de Bahía Lapataia, despedida de los hermanos Delorenzo, pequeño refrigerio y, la verdad ... ya no tuvimos fuerza de visitar el parque. Llega un momento que estás hasta las narices de bosques y parques naturales, así que (a pesar de perder los tickets del autobús) emprendimos el regreso a casa!