Nos costó bastante dejar la Patagonia... de Puerto Natales nos fuimos a El Calafate a visitar el espectacular e impresionante Glaciar Perito Moreno. Uno de los únicos glaciares en el mundo que sigue avanzando. Mide entre 40 y 60 metros de altura, tiene una longitud de unos 30 kilómetros desde el nacimiento hasta el Lago Argentino (su final), y una superficie de 257 km2 (para que os hagáis una idea, similar al tamaño de Buenos Aires). Su color azulado te cautiva y las mil y una formas inimaginables del hielo te hacen volar la imaginación, todo ello combinado con el color turquesa del agua del lago te transportan a un lugar mágico, de cuento.
Muchos kilómetros eran los que separaban El Calafate de nuestro próximo destino: La Calera, a una hora al norte de Santiago de Chile. En este pequeño pueblo chileno hicimos una parada familiar para asimilar todo lo visto en la punta del cono sur y recobrar fuerzas para avanzar en nuestro periplo.
Próximo destino: Antofagasta, una localidad costera a 18 horas en autobús de Santiago. Sólo permanecimos unas horas en esta atractiva ciudad del norte de Chile, que exporta la mayor parte del cobre y otros minerales de Atacama, y que es un importante núcleo para el comercio con Bolivia, quien perdió esta región en la Guerra del Pacífico (1879-1883) .
Ahora nuestra brújula nos dirigió hacia San Pedro de Atacama. San Pedro destaca por ser un pueblo muy turístico pero que mantiene su esencia de lugar único. La calle Caracoles es el eje vertebral del pueblo. Perpendicularmente se le van uniendo callejuelas de tierra llenas de restaurantes, agencias de turismo y hostales que con su estética te transportan, casi, a un western norteamericano.
En el Camping Los Perales, en pleno centro del pueblo, armamos nuestra carpa donde pasamos dos frescas noches (nada que ver con Las Torres del Paine). El primer día aprovechamos para visitar la Laguna Céjar, Los Ojos del Salar y el Salar de Atacama. Aunque no son las excursiones "estrella" de Atacama, flotar en una laguna salada donde hay un 3% menos de sal que en el Mar Muerto, disfrutar de otro baño en los Ojos del Salar (dos grandes pozos naturales en el desierto, donde te puedes sacar las toneladas de sal que transportas de la laguna Céjar), y sobre todo disfrutar de la espectacular puesta de sol en el Salar de Atacama con una copa de pisco sour en la mano no tiene desperdicio.
Para poder visitar una de las joyas del Desierto de Atacama, los géiseres de El Tatio, se tiene que madrugar y mucho! Cuando San Pedro aun se encontraba durmiendo empezamos la ascensión en un mini-autobús un poquito viejo que trajo sus problemas. Subimos de los 2.440 metros de altura a los 4.300 que es donde se encuentran los géisers, lo que implica una dosis importante de agua, paciencia y dolor de cabeza.
Los géiseres de El Tatio es el campo geotérmico más alto del mundo . Los circuitos salen tan pronto porque entre las seis y las siete de la mañana es cuando los géisers (fumarolas de agua y aire) están en plena efervescencia. Después de pasearte por esas curiosas expresiones geotérmicas uno no se puede perder la recompensa del madrugón: bañarse en las termas contiguas a El Tatio. Un contraste interesante: 5 º C positivos de temperatura ambiente y 35 º C de temperatura del agua... con un vista lunar!
Después de tener que empujar el bus a 30º C al sol y a 4.000 metros de altura visitamos Machuca, que aparte de ser una muy buena película sobre la dictadura chilena, es un poblado indígena para turistas en esencia: carne de llama , una calle con cuatro casas típicas y cuatro indígenas que te piden dinero para cualquier foto. Ah, y una curiosa historia que presuntamente aportaba dosis de fortuna a sus protagonistas. Para fin de año los pocos habitantes del pueblo, después de la fiesta y el trago, se dedican a tirar huevos a las campanas de la iglesia. Naturalmente pocos son (después de la borrachera) los que afinan a tocarlas y La Iglesia se levanta embadurnada de huevos.
Despedimos San Pedro de Atacama con buen sabor de boca y empezamos a trazar la nueva ruta que nos llevaría a la ansiada Bolivia. El destino sin embargo, hizo que tuviéramos que hacer escala en Calama, famosa por ser el dormitorio de los mineros de Chuquicamata, una de las minas a cielo abierto más grandes del mundo y que convierte a Chile en el primer exportador mundial de cobre.